ping pong

La palabra la aprendí años después, en ese momento era solo una sensación sin nombre: te TENÍA que saludar, me TENÍA que despedir, me era imperativo hacerlo, apremiante.

Entonces corrí.

Si cierro los ojos puedo escuchar los motores de los micros en marcha, si quiero, todavía puedo oler el diesel quemándose.

Frené del otro lado del vidrio y esperé a que me vieras.

Levantaste la cabeza y ahí estaba yo, con la mano levantada diciéndote chau.

Necesitaba que supieras que me importabas.

Corrí al micro.

Vos jugabas al ping pong.

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