Ojalá entiendas.

Te fuiste y dejaste todo desordenado.

No sabía por dónde empezar a juntar, pedazos, fragmentos; a darle sentido a las horas, a las tardes, los días y las semanas.

Era agotador no poder dejar de pensar.

Cómo iban las cosas? Qué iba primero?

No tenía con quién consultar y yo no me conocía, no sabía qué me gustaba o qué quería. Ya hacía mucho que me había diluido en ese nosotros que acababas de romper.

Así que emparché lo cotidiano como pude. Hice como si estuvieras muerto, que lo estabas, te hice un velorio y todo! Me habría gustado que vengas, pero no me animé a invitarte y que te negaras.

Y empecé por mí.

Me está llevando un montón, pero voy encontrando cosas hermosas. El camino me encanta.

A veces me encuentro con algún recuerdo tuyo.

Al principio les daba la espalda, a todos.

Después empecé a reír con algunos.

A esos los guardé en una caja marrón.

A casi todos los demás los molí a martillazos.

Perdoname.

No me queda mucho espacio para lo nuevo.

Y un poco aprendí a andar liviana.

Ojalá entiendas.

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario